Experiencias con los hijos, salud mental
En este artículo encontrarás experiencias de madres sobre su crianza y sobre la relación con sus hijos antes y después de una terapia emocional de 12 pasos. Descubrirás de primera mano como Emocionales Anónimos las ha ayudado y apoyado en su salud mental y emocional.

Tener un hijo es un regalo desde todos los puntos de vista, pero para una persona emocionalmente inestable es una situación que impacta en lo más profundo, que altera la vida y que comporta todavía más desequilibrio emocional. Los motivos que nos pueden llevar a la decisión de tener un hijo, posiblemente no salen de una reflexión meditada, sino de algún impulso llevado por algún tipo de interés o carencia que podemos sentir, sin tener en cuenta las consecuencias y cambios que conlleva la nueva vida que se nos presenta.
En cualquier hogar y en diferentes circunstancias de la vida, las emociones campan a sus anchas y acaban afectando directamente a los hijos. Impactan en su corazón y su alma, e influyen en su percepción, concepción y relación con el mundo, y con ellos mismos. A través del vínculo con sus padres conciben qué puede llegar a ser el amor, el miedo, el resentimiento o incluso el odio. En algunos casos, el impacto emocional de los padres hacia los hijos puede ser brutal. Puede enfermarlos psicológica y emocionalmente o, por lo contrario, ofrecerles un ambiente saludable que haga crecer en ellos una buena estabilidad emocional.
Según las experiencias de papás y mamás, sus vidas cambiaron después de asistir a terapia: criar a los hijos pudo hacerse con más tranquilidad, calma y sosiego. Darse la oportunidad de poder estar en un grupo de terapia emocional es tener la opción de ser más conscientes de la alta responsabilidad que se tiene con los hijos.
Conocer nuestras debilidades y miedos y aprender a afrontarlos nos ayuda a ser más tolerantes y menos exigentes. Conocerse a uno mismo emocionalmente ayuda mucho a ponerse en la piel de ellos y, poco a poco se va ganando capacidad de comprensión. Muchas reacciones de los padres basadas en la frustración o la culpa, que pueden llevar al maltrato o a la sobreprotección, pueden transformarse en acción positiva hacia los hijos en forma de amor y límites sanos
¿Cuando supiste que ibas a tener la responsabilidad de un hijo que sentiste?
Mucho miedo, estaba muy mal. Me quedé embarazada de forma inconsciente y egoísta, para asegurar a mi pareja y poder controlarla y manipularla. Pensaba que un hijo resolvería los problemas de pareja que ya había. Nada más fuera de la realidad, los hijos no atan, ni resuelven los problemas de sus padres, no es su responsabilidad. Vienen a recibir amor, respeto y compromiso.
Lo que he podido descubrir en el grupo es que primero necesito estar bien para poder dar lo mejor de mí, que no se puede dar lo que no se tiene. La estabilidad emocional en una relación de pareja es importante y primordial para tener un hijo y darle lo mejor posible. Olvido S
¿Cómo viviste el nacimiento de tus hijos? ¿Qué sentiste?

Cuando la pusieron encima de mí no sabía cómo cogerla, como tocarla, sentí un miedo profundo porque esa pequeña criatura dependía de mí, y no sabía cómo lo iba hacer. Yo, una persona tan irresponsable, hasta tenerla fue un acto de irresponsabilidad. Descuidada, que nunca se comprometía con nada, que de todo se cansaba y lo dejaba a medias, de esto ahora no me podía escapar y tenía que afrontarlo. Me daba mucho miedo, no poder salir huyendo cuando quisiera… Salma S.
¿Participabas en la crianza? ¿Qué pensabas cuando tu hijo o hija demandaba atención o cuidados?

Sí, con una sensación de obligación y frustración. Recuerdo sentir rabia por la falta de sueño y además, tenía muchas obligaciones que yo no quería. Tenía que ocuparme de otra persona, y no sabía lo más básico para cubrir sus necesidades (ducha, alimentación, etc.).
Ahora puedo ver que era mi responsabilidad y el resultado de mis decisiones. Cuando demandaba atención y cuidados, me molestaba y sentía mucho rechazo, frustración y me cuestionaba: “¿Por qué me quedé embarazada?” y “¿en qué estaría pensado?”.
El grupo me enseña a ver desde otra óptica la vida. Es algo increíble y hermoso, no tuve la capacidad en ese momento de disfrutarlo y vivirlo. Olvido S.
¿Crees que hubiera sido diferente el nacimiento de un hijo estando ya en terapia?

Yo siento que si hubiera estado en el grupo todo habría sido más fácil y tranquilo, no desde la desesperación o con la magnitud de drama que lo vivía todo.
En el grupo todo se ve desde el punto de vista adulto, yo lo veía desde el punto de vista enfermo. Siento que no les di el cariño y la dedicación apropiada a mis hijas. Mis disturbios eran muy inmensos e intensos. Eso me llevó a maltratarlas sobre todo con chillidos, insultos, diciendo que estaba harta de vivir, de su padre y de la vida que tenía. Saiza R.
¿Cómo ha cambiado la relación con tu hijo o hija desde que estás en el grupo? ¿Puedes apoyarlo mejor en su proceso de crecimiento y entender sus emociones?
Con el grupo he aprendido a entenderla, a escucharla, a ponerme en su piel, y detectar qué necesita de mí en cada momento. Aunque muchas veces me cuesta, porque mi modelo de enseñanza ha sido o bien a través del miedo, siendo dura, recta, violenta, o bien a través de la culpabilidad, siendo permisiva o sobreprotectora.
El grupo me ha enseñado a guiarla a través del amor adulto. Primero, compartirle mis experiencias, después apoyarla sin pretender solucionarle todo o evitarle el dolor o lo que tenga que vivir. Por supuesto poniéndole los límites que ella necesita, para que lo aprenda en casa y no lo tenga que aprender fuera, que el golpe sería mucho más doloroso. Salma S.

¿Qué te ha enseñado tu hijo o hija emocionalmente de ti mismo/a?
Pude ver cómo me costaba contener o controlar mis emociones, sufría mucho porque les gritaba o castigaba y, de una y otra manera, siempre me sentí culpable. De ellos aprendí a respetar sus espacios, ellos me ponían límites haciendo que yo les respetara sus decisiones, haciéndome entender que no siempre tenía la razón. Manuela M.

¿Qué le dirías a un padre o madre que se vea superado por esta emoción?
Que, aunque su mente le diga que no va a poder y que no es capaz, que aunque el miedo se apodere de él; mi experiencia me ha mostrado que no es real, que son mis emociones. Nadie nace sabiendo y gracias al grupo yo he podido, y sigo aprendiendo a mejorar cada día.
Se puede aprender a ser madre o padre. Las experiencias de los compañeros son un tesoro que te muestran cómo han aprendido, a través de sus errores y aciertos, como se puede cambiar y vivir feliz con conciencia. Ahora puedo ver todo con una óptica muy diferente, sin miedo ni temor. Un hijo es la oportunidad de crecer y evolucionar. Mi hija es una gran maestra para mí, me muestra lo mejor de mí, y en su momento lo peor. Pero, ademas, me enseña a ser mejor persona día a día, a aplicarme, a ver lo bonito de la vida y hasta donde soy capaz de llegar si cuido mi salud mental y emocional. Olvido S.






