La generosidad

La generosidad nos ha cambiado la vida. Como consecuencia de esta práctica experimentamos grandes transformaciones.
Siempre que hago limpieza o cambio de armario veo que acumulo cosas desde hace años, como prendas que hace mucho que no me pongo o que están muy usadas, incluso rotas.
No soy capaz de tirar nada me invade la angustia y pienso en miles de justificaciones para no hacerlo, como que me voy a quedar sin nada, que algún día lo necesitaré o en el valor económico y sentimental que tiene ese objeto para mí.
Gracias al grupo he aprendido a desprenderme de las cosas, a soltarlas. Cuando veo que son meros recuerdos del pasado y que no les voy a dar nunca un uso o utilidad. Me han enseñado a ser una persona generosa y a poder dar y compartir con los demás de manera genuina.
Hacer un regalo
Cuando hago un regalo o bien me cuesta invertir mucho dinero, tiempo y esfuerzo porque me es difícil pensar en los demás o, por el contrario, otras veces es tanto el impulso de quedar bien que gastó más de lo que tengo para sentirme valorado. Sea como sea, siempre siento que esta persona estará en deuda conmigo, y que tarde o temprano me lo acabará devolviendo.
A través de la terapia he aprendido a ser generosa. Con el simple hecho de dar ya estoy recibiendo la satisfacción de poder compartir con otros. Ahora pienso realmente en lo que puede hacer feliz a la otra persona teniendo un gesto verdadero sin esperar nada a cambio.
Desde pequeña he necesitado retener conmigo a las personas
Desde pequeña he sentido una fuerte necesidad de retener conmigo a las personas. Cuando presento a varios amigos, no soporto que se relacionen entre ellos, siento que primero deben contar conmigo porque la amiga soy yo. Esto ha hecho que siempre esté sufriendo por conseguir la atención completa y única de los demás, con la sensación de que teniéndolos al lado de manera exclusiva estoy más segura en este mundo.
Al aplicar la generosidad que me ha enseñado el grupo he aprendido que nadie es propiedad de nadie. Ahora trato de compartir momentos con diferentes personas, aprendiendo a dar y recibir atención desde la libertad mutua.
En el trabajo no soporto que me interrumpan
Cuando alguien me pide ayuda en el trabajo le echó una mano, aunque dentro de mí no soporto que me interrumpan, siento que me están robando mi tiempo y me desconcentra, me intoleró. Intento siempre acabar lo más rápido posible o le pasó la pelota a otro compañero. No quiero salir de mis cosas, ni hacer el esfuerzo de prestar ayuda a nadie, bastante tengo con lo mío.
Practicando la generosidad con el grupo, aprendo a escuchar a los demás sin que me genera angustia el tiempo que le podría estar dedicando a otras cosas. Ser útil a otras personas me da la tranquilidad que nunca he sentido.
Grupo de autoayuda

Al llegar a Emocionales Anónimos descubrí que pocas veces en mi vida había sido verdaderamente generoso, siempre había una intención oculta. Muchas de las acciones que me llevaron a creer que era una persona altruista resultaron ser un gran sufrimiento para mí.
La terapia me ha enseñado a tener auténticos actos de generosidad, dar sin esperar nada a cambio. Poder aplicar una entrega desinteresada en todos los actos de mi vida, me regalan cada día el maravilloso don de la tranquilidad
Aquí puedes ver el video completo






